Ejecución financiera
USD 39,2 millones
681.104 personas recibieron comidas escolares
© WFP/ Marianela González
Desarrollo productivo sostenible y seguridad alimentaria
Impulso para un sistema agroalimentario sostenible
Promover la generación de ingresos
Consumo de alimentos frescos y saludables
5.206 personas participaron en programas de promoción de dietas y estilos de vida saludables.
© ONUDI
Llevamos a cabo proyectos de siembra de semillas para mejorar la vida de la comunidad
Ysleyer Azócar es una mujer de 42 años, oriunda de Punta de Mata del estado Monagas, al oriente de Venezuela. Tiene un hijo de 20 años y una hija de 3. Actualmente trabaja en el área de vialidad agrícola de la Alcaldía del Municipio Cedeño, también en Monagas, y afirma que le gusta mucho dedicarse a la producción y a sembrar alimentos.
Desde que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) llegó a la población para incentivar y proponer la implementación de un proyecto centrado en desarrollar la cadena de valor de las semillas de cereales y leguminosas en Venezuela, que lleva a cabo la FAO, junto al Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras, y financiado por la Unión Europea, Ysleyer decidió ser parte del Consejo campesino “Un Paso al Frente”.
“Es un grupo al que me siento orgullosa de pertenecer. El Consejo Campesino está conformado por 62 familias, todas ellas con la misma pasión por la agricultura. Desde personas adultas mayores hasta jóvenes y adolescentes, cada quien aportaba su experiencia y conocimientos al grupo. Juntos, llevamos a cabo proyectos de siembra de semillas, buscando mejorar la calidad de vida de nuestra comunidad”.
Antes de que el proyecto llegara a la localidad donde vive Ysleyer, la calidad de vida era precaria. Sin embargo, gracias a la asistencia y formación técnica proporcionada por la FAO para la siembra de semillas de calidad, a los agricultores de la zona se les ha facilitado la obtención de insumos, herramientas y equipos.
“Nuestro objetivo es continuar sembrando y produciendo alimentos, tanto, como para donar a otros productores y mitigar la situación alimentaria en nuestro municipio y estado. Queremos seguir trabajando en conjunto, unidos como grupo de productores, para impulsar la producción agroalimentaria en nuestro país”.
Desde que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) llegó a la población para incentivar y proponer la implementación de un proyecto centrado en desarrollar la cadena de valor de las semillas de cereales y leguminosas en Venezuela, que lleva a cabo la FAO, junto al Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras, y financiado por la Unión Europea, Ysleyer decidió ser parte del Consejo campesino “Un Paso al Frente”.
“Es un grupo al que me siento orgullosa de pertenecer. El Consejo Campesino está conformado por 62 familias, todas ellas con la misma pasión por la agricultura. Desde personas adultas mayores hasta jóvenes y adolescentes, cada quien aportaba su experiencia y conocimientos al grupo. Juntos, llevamos a cabo proyectos de siembra de semillas, buscando mejorar la calidad de vida de nuestra comunidad”.
Antes de que el proyecto llegara a la localidad donde vive Ysleyer, la calidad de vida era precaria. Sin embargo, gracias a la asistencia y formación técnica proporcionada por la FAO para la siembra de semillas de calidad, a los agricultores de la zona se les ha facilitado la obtención de insumos, herramientas y equipos.
“Nuestro objetivo es continuar sembrando y produciendo alimentos, tanto, como para donar a otros productores y mitigar la situación alimentaria en nuestro municipio y estado. Queremos seguir trabajando en conjunto, unidos como grupo de productores, para impulsar la producción agroalimentaria en nuestro país”.
3.551 personas han mejorado su empleabilidad a través del apoyo de la ONU
© FAO/ Bethzabeth Azuaje
Yurley: cómo recuperar la esperanza aprendiendo una profesión tras su retorno
Hace cuatro años, Yurley Parra y su hijo Yurneiker emprendieron un viaje en busca de nuevas oportunidades. La situación financiera de su familia era una expresión de la situación económica del país, donde, para Yurley, como madre cabeza de hogar, era muy difícil generar
ingresos que le permitieran cubrir las necesidades básicas de ella y de su hijo.
Con muy pocas cosas en la maleta, pero con gran ilusión y determinación de comenzar una nueva vida, en 2020 Yurley y Yurneiker dejaron su casita a las orillas del río Torbes en la comunidad de La Machirí, estado Táchira, y se trasladaron a la ciudad de Medellín, en el corazón de Colombia. Fueron días muy duros, donde la ansiedad de no encontrar empleo y el agotamiento de la búsqueda estaban constantemente presentes en la mente de Yurley.
Durante tres años, la vida de Yurley transcurrió entre la angustia de no tener quien le cuidara a su hijo mientras ella trabajaba, la nostalgia de estar lejos de sus familiares y amistades y la estrechez económica de una remuneración que no le daba para vivir.
En 2023, Yurley regresó a Venezuela con muchas ganas de emprender. Quiere aprender oficios que le permitan generar ingresos para su hijo y el resto de su familia. Desde su llegada, se integró a las actividades que se llevan a cabo en el centro comunitario de su localidad, La Machirí, donde ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en conjunto con instituciones públicas y diversas ONG, está desarrollando programas de capacitación en medios de vida para la población local, las personas refugiadas y las personas que retornan a Venezuela. Además, la OIM proporciona apoyo y acompañamiento a aquellas personas que se encuentran fuera de Venezuela y que quieren retornar al país, a través de su programa de retorno voluntario asistido.
Entre las capacitaciones que se ofrecen en este programa se encuentran: cursos de panadería y repostería, reparación de motocicletas, peluquería y estética, y formación microempresarial. Hasta el momento, 98 personas se han capacitado en estos talleres, adquiriendo herramientas para trabajar y generar ingresos.
En julio de 2023, Yurley comenzó a capacitarse en peluquería, aprendiendo varios estilos y peinados básicos para trabajar de forma independiente en este oficio y capitalizar ganancias. Adicionalmente, se siente feliz de haberse reencontrado con sus seres queridos y que Yurneiker esté creciendo rodeado del amor de su familia.
ingresos que le permitieran cubrir las necesidades básicas de ella y de su hijo.
Con muy pocas cosas en la maleta, pero con gran ilusión y determinación de comenzar una nueva vida, en 2020 Yurley y Yurneiker dejaron su casita a las orillas del río Torbes en la comunidad de La Machirí, estado Táchira, y se trasladaron a la ciudad de Medellín, en el corazón de Colombia. Fueron días muy duros, donde la ansiedad de no encontrar empleo y el agotamiento de la búsqueda estaban constantemente presentes en la mente de Yurley.
Durante tres años, la vida de Yurley transcurrió entre la angustia de no tener quien le cuidara a su hijo mientras ella trabajaba, la nostalgia de estar lejos de sus familiares y amistades y la estrechez económica de una remuneración que no le daba para vivir.
En 2023, Yurley regresó a Venezuela con muchas ganas de emprender. Quiere aprender oficios que le permitan generar ingresos para su hijo y el resto de su familia. Desde su llegada, se integró a las actividades que se llevan a cabo en el centro comunitario de su localidad, La Machirí, donde ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en conjunto con instituciones públicas y diversas ONG, está desarrollando programas de capacitación en medios de vida para la población local, las personas refugiadas y las personas que retornan a Venezuela. Además, la OIM proporciona apoyo y acompañamiento a aquellas personas que se encuentran fuera de Venezuela y que quieren retornar al país, a través de su programa de retorno voluntario asistido.
Entre las capacitaciones que se ofrecen en este programa se encuentran: cursos de panadería y repostería, reparación de motocicletas, peluquería y estética, y formación microempresarial. Hasta el momento, 98 personas se han capacitado en estos talleres, adquiriendo herramientas para trabajar y generar ingresos.
En julio de 2023, Yurley comenzó a capacitarse en peluquería, aprendiendo varios estilos y peinados básicos para trabajar de forma independiente en este oficio y capitalizar ganancias. Adicionalmente, se siente feliz de haberse reencontrado con sus seres queridos y que Yurneiker esté creciendo rodeado del amor de su familia.
Como parte del programa de comidas escolares, un total de 30.767 niños y niñas entre 6 y 23 meses recibieron un alimento nutritivo especializado llamado Super Cereal Plus.
© WFP/ Elías Miranda
Nunca es demasiado tarde para ir a la escuela
Son las cinco de la mañana en Araya, en la costa nororiental de Venezuela. Todo el mundo duerme. Todas las casas están en silencio y a oscuras, excepto una.
Luis García se ha levantado temprano, como de costumbre. Tardará una hora en preparar algo de comer y tener listo el baño para su hijo, Luis Enrique. Para cuando Luis consiga tenerlo en la puerta de casa, impecable y listo para salir, serán casi las ocho.
Parece el comienzo de un día normal para cualquier familia en cualquier parte del mundo.
Pero este padre tiene 72 años y está solo a cargo de su hijo: un hombre de 52 años con una discapacidad cognitiva, que esta mañana se prepara para ir a la escuela.
Durante más de 50 años, Luis ha mantenido a su hijo en casa. “Estaba convencido de que en casa podía darle todo lo que necesitaba. Pero ya no. Sobre todo, la comida. Antes podía tener un plan semanal para las comidas, ahora comemos lo que puedo conseguir día a día”, dice.
Desde mayo de 2022, WFP implementa en Araya un programa de comidas escolares que beneficia a niños, niñas, adolescentes y personas adultas con discapacidad. Cuando comenzó el programa, muchas de esas personas no estaban matriculadas en las escuelas.
Cerca de 15.000 niños, niñas, adolescentes y adultos con discapacidad y sus familias reciben comidas de WFP a través de 300 escuelas de ocho estados del país. Esta cifra sigue aumentando a medida que el programa se extiende a nuevas zonas donde el acceso a alimentos es un desafío.
Aunque es apenas un comienzo, el programa ya está dando sus primeros resultados. El número de personas con discapacidad matriculadas en escuelas ha aumentado hasta un 30% allí donde el programa está en marcha, lo cual significa que aumentan también sus oportunidades de acceso a educación y alimentación.
“Estoy más que feliz de ver los progresos de mi hijo y lo mucho que le gusta ir a la escuela. Algunos dicen que es demasiado tarde, pero yo no lo creo”, dice Luis, y respira profundo. “Ahora sé que estará bien cuando yo falte”.
Luis García se ha levantado temprano, como de costumbre. Tardará una hora en preparar algo de comer y tener listo el baño para su hijo, Luis Enrique. Para cuando Luis consiga tenerlo en la puerta de casa, impecable y listo para salir, serán casi las ocho.
Parece el comienzo de un día normal para cualquier familia en cualquier parte del mundo.
Pero este padre tiene 72 años y está solo a cargo de su hijo: un hombre de 52 años con una discapacidad cognitiva, que esta mañana se prepara para ir a la escuela.
Durante más de 50 años, Luis ha mantenido a su hijo en casa. “Estaba convencido de que en casa podía darle todo lo que necesitaba. Pero ya no. Sobre todo, la comida. Antes podía tener un plan semanal para las comidas, ahora comemos lo que puedo conseguir día a día”, dice.
Desde mayo de 2022, WFP implementa en Araya un programa de comidas escolares que beneficia a niños, niñas, adolescentes y personas adultas con discapacidad. Cuando comenzó el programa, muchas de esas personas no estaban matriculadas en las escuelas.
Cerca de 15.000 niños, niñas, adolescentes y adultos con discapacidad y sus familias reciben comidas de WFP a través de 300 escuelas de ocho estados del país. Esta cifra sigue aumentando a medida que el programa se extiende a nuevas zonas donde el acceso a alimentos es un desafío.
Aunque es apenas un comienzo, el programa ya está dando sus primeros resultados. El número de personas con discapacidad matriculadas en escuelas ha aumentado hasta un 30% allí donde el programa está en marcha, lo cual significa que aumentan también sus oportunidades de acceso a educación y alimentación.
“Estoy más que feliz de ver los progresos de mi hijo y lo mucho que le gusta ir a la escuela. Algunos dicen que es demasiado tarde, pero yo no lo creo”, dice Luis, y respira profundo. “Ahora sé que estará bien cuando yo falte”.
Brindamos asistencia técnica a 1.217 productores para analizar el nivel de prácticas agroecológicas que estaban aplicando a sus sistemas productivos de café, cacao, frutales, hortalizas y pastizales para la ganadería regenerativa.
© ONUDI
Acción por el clima y comunidades sostenibles
Mitigación y adaptación al cambio climático
Desarrollo territorial y la nueva agenda urbana
1.010 funcionarios formados en gestión pública para la mitigación del cambio climático.
© ACNUR/ Pablo González